Los mismos que critican cuando un jugador catalán o jugador (de cualquier deporte) dice que no quiere jugar con España, son los mismos que critican ahora que un extranjero dice que quiere jugar con España, dando lecciones de patriotismo a más de uno y de dos. A tal punto llega que «incluso el hecho de no ser de ningún equipo confiere un rasgo de identidad diferenciador a aquel sujeto que así se manifiesta».
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